Industria del lienzo en Baños

 La industria del lienzo fue uno de los más importantes pilares de la economía de subsistencia que caracterizaba la vida de los vecinos de Baños durante su separación jurisdiccional (siglos XII-XIX).

A la salida del pueblo, hacia el sur, hay una zona en el río que es conocida por el nombre de «Los Pozos» pues aquí se maceraban los haces de los linos como parte de un complejo proceso que culminaba con la elaboración del lienzo. No solo en esa zona existían los pozos, sino que en distintas partes por donde pasa el río en Baños también los había, hoy ocultos por el cierre del mismo.

La mayoría del terreno dedicado al cultivo del lino se situaba en la zona del Vergudalejo, Hoyo Verdugal, La Barranca, Los Amiales y en el pueblo en los huertos cercanos a las casas, incluso una calle ha tenido el nombre de dicho cultivo (los Linares) hasta el último cambio de nombres en las mismas.

Zona conocida como «los pozos»

Hasta ahora poco se ha estudiado sobre la industria del lienzo en este pueblo, pero lo cierto es que los vecinos de Baños, tanto de una como de otra parte, contaron con un número elevado de telares, no agrupados en talleres, – como es típico de las fábricas de paño- sino dispersos en las distintas casas. En este sentido el “fabricante” en Baños era aquella persona que mantenía uno o varios telares en su casa, donde trabajaban determinados oficiales, aprendices y tejedores / as, que solían ser los mismos dueños de la casa y los miembros de su familia. Luego, el conjunto de todos los telares del pueblo era en realidad la “fábrica” de lienzos. Sea como fuere, lo cierto es que Baños fue un centro de producción de lienzo importante si comprobamos el número de telares y el de vecinos que se dedicaban a esta tarea.

Los datos encontrados en el Archivo Municipal de Baños, así nos lo demuestran. Los telares se colocaban normalmente en portal o zaguán de la casa, así como en el patio, si lo tenía, donde se aprovechaba la luz solar para trabajar, cuando había materia prima. No hay datos concretos del número aproximado en los siglos anteriores al XVII, pero sí queda claro que por la protección que dedicaban las autoridades del lugar, al cultivo del lino y a la fase de producción del lienzo, así como por los datos que hemos encontrado en los inventarios de bienes post-mortem de los vecinos de Baños, debieron existir ya desde entonces un número elevado de ellos. Veamos un ejemplo de la ubicación del telar y los distintos instrumentos de éste:

“Se fue a casa del difunto y entróse en el portal de la casa y lo primero que se halló fue:

– Un banco de respaldo, telar de anchos con todos sus aderezos de peine y lanzadera y demás pertenenzias y su canillero 

Yten un urdidor con su casar

Dos pies de devanaderas

Cinco devanaderas

Un vaquillo redondo que anda en el canillero»

     Fuente: Inventario de bienes post-mortem de Alonso González, 1707. A.M.B.

Urdimbre y lanzadera

Los primeros datos sobre el número de fabricantes nos los da el Catastro del marqués de la Ensenada, donde se nos muestra que, en 1752, en total de ambas partes, había 75 tejedores o fabricantes. Nada nos habla del número total de telares existentes en el pueblo, pero si tenemos en cuenta, como hemos visto antes, que alguno de estos tejedores podía tener más de un ejemplar por casa, podíamos aproximarnos a algo más de la centena de telares operativos. Será posteriormente en 1798 cuando sepamos exactamente su número. Gracias al cartógrafo español, Tomás López, que en su Interrogatorio del mismo año hizo consulta a todos los lugares de España, de sus características más importantes, resultando que Baños contaba en dicho año con más de cien telares. Años más tarde en 1826 y según Sebastián Miñano (Diccionario geográfico-estadístico), poseía Baños una “fábrica” de lienzos ya en decadencia, sin nombrar el número, y más tarde en 1845, Madoz, (Diccionario geográfico- histórico).nos cuenta que eran solamente 18 telares los que quedaban operativos en el pueblo, y dentro de este número 5 de ellos eran telares para paños, que hasta ese momento eran escasos en este pueblo, y servían sobre todo para la fabricación de ropa ordinaria, aunque básicamente estaban especializados en la fabricación de lienzos para el ajuar doméstico.

                       

Telar

Proceso de elaboración del lienzo

El lino tenía dos aplicaciones fundamentales: una de ellas era la extracción de la semilla de la linaza, para volver a sembrar, y la otra la extracción de la caña, de donde se sacaba la fibra para la elaboración de tejidos. La caña del lino tenía una altura aproximada de un metro y tras su siega en julio se reunía en haces o mazas; tras el secado, se quitaba la semilla, que debía servir para sembrar el año siguiente, y se apartaba la caña. El mazo se sumergía en agua quieta durante un tiempo no menor a dos semanas, en el que se producía una putrefacción parcial del exterior de la caña. Era el denominado período de enriamiento. El estado putrefacto de la capa exterior facilitaba la separación de las partes leñosas, de las fibrosas útiles, pues éstas no habían llegado a pudrirse; desgaje que se realizaba ya fuera del agua, o sea, sobre terreno seco con las haces bien oreadas, por medio de unos artefactos de madera, a modo de cuchillos bastos llamados espadador y espadillas; era el proceso del espadado, que normalmente lo hacían las mujeres en las puertas de sus casas sobre bancos de piedra, conocidos como poyos, y se realizaba aproximadamente en el mes de agosto. Espadado el lino, las mujeres lo rastrillaban y limpiaban enteramente con unas rastrillas (instrumento consistente en una tabla alargada, con dientes o púas en el centro o contra uno de los extremos, y con un orificio en uno de sus lados, en el que se introduce el pie que lo sostiene), para así separar la estopa, fibra de peor calidad, del cerro, de mejor calidad que la anterior y con la que se tejían los lienzos.

El cerro se va echando a la rueca, dándole vueltas en torno a la misma, y de ella ya pasa al huso, que es el instrumento en el que se hila. La estopa se hace copos y se ata a la rueca con una cuerda, y se va hilando; tiene este hilo mayor grosor que el que sale del cerro.

Luego que el lienzo salía crudo (en madejas) del telar, se blanqueaba por las mujeres, llevándolo quince días poco más o menos al agua, mojándolo continuamente, colándolo diariamente con lejías de agua cociendo, jabón y cenizas de encina o roble. Una vez sacado de dichas lejías se tendía en prados verdes de buena calidad junto al agua, hasta ponerlo en estado de blanqueo. Realizado este proceso, se secan y se colocan en el argadillo (devanadera, armazón giratorio para devanar madejas). Cada madeja, con el fin de que no se enrede, tiene un cabo en un extremo, que la sujeta, y que es por donde empieza el devanado. Las madejas se convierten en ovillos, preparados ya para llevarlos al telar y ser tejidos allí.

Distintos utensilios para tejer

    El proceso de putrefacción deterioraba de tal modo el agua, que la hacía inutilizable para cualquier otro uso. Es por ello que en las ordenanzas municipales de 1628 se fijaran tanto los lugares de enriado del lino para su posterior sorteo entre los vecinos, como la prohibición de hacerlo en determinados lugares. Los sitios idóneos para esta labor eran los alrededores del río y se sorteaban el día de San Bernabé (11 de junio), dándole a cada vecino un pozo adecuado conforme a la cantidad de lino que tuviera. Si algún vecino tenía heredades cerca del río se le debía dar el pozo cerca de su heredad. Todo esto se hacía para evitar alborotos y disputas entre los vecinos, quienes no cumplían estos preceptos se le multaba con una pena determinada.

En los telares se confeccionaban dos tipos de tejidos atendiendo a su calidad: lienzos y estopas.

El lienzo que se fabricaba en Baños, era de dos tipos, uno de mediana calidad, casero o ventero, y con él se confeccionaban: paños de mano, sábanas, toallas, cielos de cama, redes y puntas, almohadas, paños para afeitar, camisas, delanteras de cama, etc. Y otro más ordinario con el que se fabricaban mayormente toallas, cortinas, etc.

Con estos dos tipos de lienzo, por tanto, se confeccionaba la ropa interior, la de menaje y ajuar doméstico. Entre los bienes de María Sánchez, aparecen las siguientes prendas de ropa:

“- Veinte sábanas de lienzo casero finas que apreziaron cada una a 30 reales

– Una toallita de lienzo casero con biras azules fleco y desilado                     

– Un zielo de cama de lienzo casero crudo con redes y puntas                        

– Un paño de manos de lienzo casero con puntilla alredor y un desilado         

– Dos almoadas de lienzo casero nuevas con ojetes que tasan en                   

– Yten nueve piezas de lienzo angosto ventero las que tasaron a 64 reales      

– Yten doszientos y zinquenta libras de hilado blanco ventero                                                          

– Ocho libras de hilado blanco ordinario a veinte y ocho quartos la libra »         

Fuente: Inventario de bienes post-mortem de María Sánchez Gómez. P.N.1749. A.M.B.

Con la estopa, se confeccionaban faldas, sayas ordinarias y mandiles, y en general todas las prendas relacionadas con las faenas agrícolas y ganaderas como, por ejemplo: sacos, costales, talegos, arpilleras, jergones, etc. Aunque no faltaban sábanas y algún que otro tejido. El color solía ser el natural de la fibra pura para los lienzos, tiñéndose en ocasiones la estopa:

“- Yten una sábana de estopa nueva en doze reales                                                           

– Yten una cama compuesta de tarima de tablas, gergon mediano de estopa.

 – Yten una cama para la mora compuesta de una saca de estopa vieja…,

 – Yten una taleguilla de estopa dos reales.                                                      

 – Yten dos sacas de estopa viejas en los doze reales de su tasación.                   

 – Yten un costal de estopa donde se hallaron seis reales                                        

 – Yten dos arpilleras de estopa servidas treinta y dos reales».                                        

Fuente: Inventario de bienes post-mortem de Manuel Miña. P.N. 1801. A.M.B.

Sacos de estopa

Hay otra variedad de tejido, es el que aparece en las fuentes documentales de Baños, con el nombre de cerristopa; con él se fabricaban algunos jergones y sábanas, y si bien no encontramos referencias de esta variedad de tejido, en otros documentos, pudiera ser una mezcla del tejido de cerro o lienzo y la estopa, de ahí su denominación. Según el diccionario de la Real Academia Española, cerristopa es en Salamanca, una camisa dominguera o de fiesta, cuya parte delantera y superior es hecha de cerro, y el faldón de estopa. Considerando el cerro como un tejido fino hecho de la fibra del lienzo o cáñamo, se estaría en lo comentado anteriormente. Veamos algún ejemplo entre los bienes de Catalina Flores, vecina de la parte de Baños de Béjar:

– “Más doze sábanas de zerristopa que tasaron cada una a veinte y dos reales que son dosçientos y sesenta y quatro reales”.

– “Mas le tocaron quatro sábanas de lienzo y estopa y una camisa blanca esta consumido baloraronse todo en ochenta reales, dieronselos a Catalina Flores”.

Fuente: Carta de dote de Catalina Flores. P.N. 1693. A.M.B.

El ligamento más característico para todos estos tipos de tejidos era el tafetán, sargas, de espiga y losange, etc., y los instrumentos de la producción seguían siendo los tradicionales, heredados de padres a hijos, carentes de innovaciones, en los que las reparaciones no ocasionaban gastos, al arreglarse en la propia casa.

Desconocemos el precio exacto de los instrumentos, aunque en los documentos de inventarios vistos, se nos especifica el del telar y sus pertrechos, que oscilaban entre los 60 y 90 reales, dependiendo de la clase de madera. No en todas las ocasiones se compraba. En el caso de no heredarlos, que era lo más normal, podían fabricárselos sin recurrir al carpintero.

Organización del trabajo

El trabajo del lienzo no necesitaba personal especializado en diferentes técnicas, sino que una misma persona alternaba varias, pudiéndose dividir únicamente en tres categorías: agricultores, hilanderas y tejedores. Los primeros serían los que realizarían todas las tareas agrícolas relacionadas con el lino, además de las del enriado, machado, e incluso espadado y rastrillado, siendo desarrolladas dichas tareas por hombres que ejecutaban el trabajo por un jornal diario. Las mujeres les ayudaban principalmente en el espadado y rastrillado.

El hilado, devanado y lavado de la fibra eran tareas propiamente femeninas, así como el urdido. No hay que olvidar el carácter doméstico de estas manufacturas.

En cuanto al número de trabajadores por telar, existe la relación de una persona por cada telar, quedando claro que tanto la realización de canillas, como el urdido, corrían a cargo del tejedor o tejedora, que incluso intervenía en las tareas anteriores, teniendo a su cargo un oficial que solía ser miembro de la familia, situación que no favorecía la producción. Los telares de lienzo desempeñaban más que una función productiva, la de atender las necesidades propias y de los vecinos.

La actividad comercial

Era reducida, puesto que como hemos apuntado anteriormente, la mayor parte de los tejidos de lienzos fabricados son encargados por los vecinos del propio pueblo, o de los de alrededor, aportando la fibra previamente preparada. Tenemos algunos datos que nos muestran que determinados vecinos tratantes de lienzos, recorrían bastantes pueblos para vender sus manufacturas.

En el inventario de bienes post-mortem de Francisco Miña, tratante de lienzos y cosechero de la parte de Béjar, aparecen entre las deudas a favor de su cuerpo de bienes los siguientes deudores: 

“Primeramente Zecilia de las Heras vecina de Horcajo, doscientos reales;  Miguel González vezino del lugar de la Jarilla, doscientos reales; Diego Miña vecino del lugar del Puerto de quentas liquidadas en veinte y siete de abril de mil ochozientos y veinte y uno setezientos y setenta reales; Miguel Miña vecino del mismo lugar de quentas justada en diez de julio del presente año, trescientos y dos reales; Gregorio vecino del lugar de la Calzada, ciento y dos reales; Juan Muñoz vecino del lugar del Puerto, ciento y cuarenta y ocho reales; Don Francisco Hernández Batuecas vecino del lugar de Moedas según obligación que conservase estos interesados con fecha 26 de junio del presente año, dos mil y doscientos setenta y ocho reales; Francisco Malagueño vecino que fue de la villa a Hervas y en la actualidad de la de Cáceres, cien reales; Domingo el de la Avadía diez y ocho reales”. (P.N. 1821. A.M.B.)

El margen de ganancias en el caso de vender los lienzos era muy reducido, si tenemos en cuenta que la fibra requería un largo y laborioso proceso hasta que llegaba a estar en condiciones de tejerse. No estando compensado, por tanto, el precio del tejido con el trabajo que se invertía en él, aunque a pesar de todo había vecinos dedicados al comercio del lienzo. El precio de la vara de lienzo, osciló a lo largo de los siglos XVII y XVIII, entre 3 y 7 reales de vellón, y la de la estopa entre 2 y 4,5 reales.

No tenemos noticias documentales de la existencia de batán en el pueblo, pero sí sabemos que los molinos harineros dedicaban parte de su tiempo a abatanar las piezas de lienzo.

2 comentarios sobre “Industria del lienzo en Baños

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  1. Hay un topónimo denominado El Batán. Recuerdo haber leído algo sobre ordenanzas de agua de las linazas; peligrosa para animales y cultivos .

    1. He buscado varias veces si en el archivo se hace referencia en algún documento a que existiera un batán en el pueblo pero no aparece nada, aunque sí se que hay un topónimo así en Baños. Sobre la peligrosidad de las aguas para animales y cultivos, ya las ordenanzas de 1628 en su título XXVI, cuidaban que no se enriara el lino en el arroyo del baño ni en el río abajo. Un saludo Pedro

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