El arriendo y contrato del balneario en 1920 (I)

El arriendo del balneario y por tanto el contrato que se hizo en 1920, originó ríos de tinta durante los 75 años que duró: se hicieron dictámenes, escritos de abogados, pleitos, se produjeron alteraciones del orden público en el pueblo, negociaciones para aumentar la renta, etc.

 Situación previa

Intento de arriendo finales del siglo XIX

La primera noticia sobre un posible arriendo del balneario es de 1890 ya que Eulogio Navas Asensio (padre de Eulogio Navas Regidor) y Eustasio de la Calle Flores, en sociedad, intentan arrendarlo para mejorar la calidad del mismo al ser uno de los más visitados de España. Proponen un arriendo durante cinco años por un total de 20.000 pesetas anuales o bien quince años con un total de 25.000 pesetas por año. La Junta rechaza tal petición.

En 1894 un vecino de Badajoz propone arrendar el balneario por un periodo de veinte años a partir de 1895 y con una renta anual de treinta mil pesetas o bien un arriendo de quince años con una renta de veintiocho mil pesetas al año. Entre las condiciones del contrato destacamos las más importantes:

– Las reformas quedaban a cuenta del arrendatario.

– Las plazas del personal serían ocupadas por vecinos del pueblo pudiendo despedir a quien faltara al cumplimiento de su deber.

– No se exigían pagos a los vecinos por el uso de baños siempre que nacieran en el pueblo.

Puerta de entrada y fachada del balneario años 1904 y 1912

Intento de venta a principios del siglo XX

La primera vez que se tiene conocimiento documental de la palabra “venta” del balneario es en febrero de 1910, en concreto en una carta que el Director-médico Aurelio Enríquez manda a la Junta Administrativa del balneario y en la que se pide que se hagan las reformas necesarias para el balneario y propone la venta del mismo con todos sus terrenos y dependencias a una Sociedad inglesa que quería comprarlo y construir un hotel. Discutidas tales proposiciones por la Junta del Balneario lo comunica, por deferencia, al alcalde para que este a su vez convocara a los miembros del ayuntamiento para que acordaran lo que procediese.

Jardines del balneario (izquierda) y finca (a la derecha de la fotografía) donde se quería construir el hotel

Para ello se crea una comisión con la figura de presidente de Eulogio Navas y un miembro de cada Junta: Marcos Sánchez y Rafael Domínguez para negociar la venta del establecimiento. El doctor Enríquez se encarga personalmente de presentar la memoria industrial para mandarla a la Sociedad inglesa que quiere comprar el establecimiento. En julio de 1910 muere el doctor Enríquez, olvidándose así todos los proyectos del hotel y la venta del balneario (la empresa inglesa ofreció después la oferta de compra a los baños de Ledesma).

Estas son las peticiones oficiales de arriendo y venta del establecimiento, pero a lo largo de los años siempre ha habido intereses ocultos en algunos de los miembros de la Junta que no pasaban desapercibidos por alguien neutral como era la figura del Médico-director. Varios han sido los casos en que algún que otro presidente de la Junta ha usado la misma para su uso y beneficio particular, ya sea en forma de intento de arriendo, en usar el balneario para el beneficio de sus empresas (fondas, negocios de materiales de construcción etc.) o simplemente el poder por el poder.

Acta de la Junta Administrativa del balneario de 1910 donde se habla de la venta de este

Pero una carta escrita por el Director-médico del establecimiento balneario en 1916, nos desvela que hubo otro intento de venta un año después de la muerte del anterior Director-médico señor Enríquez, fallecido en 1910. En este caso el empresario al que se le encomendaron las negociaciones para encontrar comprador fue el encargado de la empresa ferroviaria, señor Cepeda.

Carta que el Médico-director del establecimiento, Eduardo Gurucharri (1911-1919) manda al presidente de la Junta de 1916, y dice así:

                               “Sr. Don Martín Blázquez

Ya saben ustedes que por deberes de mi cargo soy el primero en lamentar que no haya un hotel de primer orden en el mismo balneario y que así se lo he manifestado a usted y a la Junta. A pesar de eso me ha extrañado muchísimo el último párrafo de la carta que comenzó por parecerme una impertinencia por no venir el caso, pues supongo que ustedes en su instancia que desconozco no habrán dado motivo para que los dirijan esas censuras, aunque sean justas ni menos se habrán hecho eco de las numerosas quejas de los bañistas contra el material de la Compañía escaso y malo a la época de mayor concurrencia.

El pensar en ello me ha hecho recordar que durante el verano de 1911 y si estuviese yo ahí podría fijar el día, me dieron un recado del señor Cepeda, que debe ser el autor de la carta que le devuelvo y ese recado probaba que dicho señor Cepeda estaba de acuerdo con personas de esa localidad para vender ese balneario y que se estaba ocupando de buscar comprador, según le habían encargado.

¿Será como consecuencia de aquellas gestiones o por estímulos posteriores haya hallado el señor Cepeda alguien a quien convenga hacer ahí un hotel de primer orden?. Ya saben lo que sobre ese asunto pienso, porque no les he podido hablar con más honrada sinceridad y les vuelvo a repetir que no se puede establecer en los servicios del balneario privilegio ninguno para los que se hospeden en una u otra parte.

De todos modos, salta a la vista el inconveniente grave que de tener usted nombrado representante (señor Navas) resulta para meterme yo en ese asunto como ya se lo dije a usted y Fidel, bien claramente cuando el primero de diciembre solicitaron ustedes de mí en nombre de la Junta que interviniera en la Compañía.

Por esto le suplico que no vuelva a mezclarme en ese ni en otros asuntos análogos a pesar de mi deseo de poderles ser útil.

                                                                              Gurucharri 12 de enero de 1916”

Como vemos en esta carta se estaba decidiendo la venta del balneario de forma oculta, sin contar con el beneplácito de los vecinos.

Carta original que mandó el médico Eduardo Gurucharri al Presidente de la Junta Administrativa, 1916

Problemas de tipo administrativo y económico

A finales del siglo XIX y principios del XX, el balneario de Baños de Montemayor era uno de los más visitados de España. La renta que generaban estos visitantes se dedicaba en su mayor parte para reformar el edificio y adecuarlo a las nuevas técnicas de balneoterapia.

El caso más sangrante para la administración del balneario fue la subrogación y la administración de este por parte del ayuntamiento en 1911 a cargo del alcalde Eulogio Navas Regidor, saltándose todas las normas del reglamento y las del sentido común inclusive.

Entre 1910 y 1911 siendo alcalde de Baños Eulogio Navas Regidor, solicita de la Junta 30.000 pesetas para atender a las necesidades de la corporación municipal a pesar de que según el acuerdo entre ambas entidades sólo le correspondían 13.000. La Junta se niega a su entrega por considerarlo excesivo y no contar con ese dinero por la deuda que arrastraba desde hacía años. El alcalde, dispuesto a que se le entregara el dinero de cualquier manera, decide por su propia iniciativa apoderarse del gobierno del balneario y de su administración, todo ello mediante un edicto que regulaba tal situación. Durante el tiempo que se apoderó de la administración y gobierno del balneario dejó una deuda de unas 113.000 pesetas, por lo que no se pudieron hacer las reformas tan necesarias para el edificio para así poder competir con otros de su entorno.

La repercusión del gobierno por parte del ayuntamiento y por ende del señor Navas fue nefasta para el balneario, produciéndose desordenes tanto en la forma de tomar los baños como en la frecuencia y administración de estos. El Director-médico Eduardo Gurucharri fue quien estableció coto a tal desvarío, poniendo orden a los desmanes que allí se sucedían a la hora de tomar los baños. Se impusieron turnos y derechos de antigüedad, así como remediar los defectos en la galería particular a la hora de dar los chorros.

Ya en diciembre de 1911 una vez que Navas no está en la alcaldía y por miedo a que el Estado se quedara con la administración del balneario, en reunión de la corporación municipal, se decide reponer a las Juntas del Balneario como representantes del gobierno de este, siempre y cuando cumplieran algunas condiciones, entre ellas:

-Que los empleados siguieran desempeñando sus puestos de trabajo en la forma que se había hecho hasta la llegada de Navas al gobierno del establecimiento.

-Que se subvencionara al ayuntamiento anualmente con 16.000 pesetas y todas aquellas obras que hiciera o gastos imprevistos cuyo coste no fuera mayor de 500 pesetas.

Bañeros y bañeras en los baños generales y de preferencia

En 1912 se produce la visita del Gobernador Civil de la provincia a Baños de Montemayor y será uno de los momentos claves en la historia del balneario, ya que a raíz de dicha visita y después de demostrar un completo conocimiento en cuanto se refería a título de propiedad, forma de administración y servidumbre del establecimiento, expuso razones para la reforma del reglamento de 1885 ya que llevaba en vigor más de 27 años, con defectos y omisiones, que hacían que no respondiera a las necesidades del establecimiento en esa época. Señaló como puntos esenciales, que a su juicio habría de abarcar: la reforma de la inamovilidad de los empleados, la forma de constituirse las Juntas y la ampliación de la asamblea con veinticuatro individuos más, de distintas clases sociales.

En la Junta del Balneario se producen disensiones pues unos estaban a favor y otros en contra de dicha reforma, pero al final se decide por mayoría que se aprobara este reglamento.

 A raíz de la propuesta de reforma del reglamento del balneario y sobre todo por el punto de la inamovilidad de los empleados, el pueblo monta un pequeño motín, y al pensar la Junta que la Asamblea de Vecinos no podía reunirse con libertad se decide que se cree una comisión para oír al vecindario. Ni que decir tiene que supieron capear el temporal como cabía esperar, siendo los miembros de la Asamblea y los de la Junta los mayores contribuyentes e influyentes del pueblo. Se consigue que se elimine de la nueva reforma del reglamento la inamovilidad de los bañeros por ser contrario la mayoría del pueblo a dicha reforma.

Recorte del periódico «La Victoria» 30 de noviembre de 1912

En diciembre de 1912 se nombra una nueva Junta para cuatro años. Al hacerse cargo esta Junta se tenía acumulada una deuda de 113.334 pesetas, en parte debida a la nefasta gestión del señor Navas cuando se hizo cargo del balneario siendo alcalde del pueblo.

Esta Junta al marcharse en 1916 redujo la deuda a 15.500 pesetas, uniéndose a la del ayuntamiento, en virtud de un acuerdo de la Asamblea de Vecinos, quedando en total 35.520 pesetas de deuda.

Volviendo la mirada a los años anteriores, se comprueba que, desde enero de 1911 hasta noviembre de 1912, la representación del derecho de propiedad del balneario de Baños de Montemayor, es decir las Juntas, cambiaron en cuatro ocasiones y cada una de las cuales, si cabe de forma más radical, repentina e incluso más violentamente que la anterior. Posteriormente ocupa la presidencia y gerencia Rafael García-Cañas y cuando parecía estar comenzando una fase de tranquilidad, fallece el 28 de febrero de 1914, cambiando nuevamente la presidencia, provocando nuevamente un clima de inestabilidad, ocupando el puesto el anterior vicepresidente Martín Blázquez.

 Nuevamente en 1916 se producen tensiones entre el alcalde y miembros de la Junta. El alcalde se permite pedir a esta que aumente mil pesetas el sueldo del médico a lo que la Junta responde que no puede y ni debe el alcalde meterse en esos temas por lo que no se admite.  Pide también se le de 3.000 pesetas al ayuntamiento para atender sus necesidades y también se le niega, por lo que el alcalde quiso detener al presidente de la Junta Martín Blázquez. El director del balneario y Eulogio Navas como presidente de la Asamblea de Vecinos apoyan al presidente de la Junta, que finalmente dimite, alegando que “la política ha entrado en la Junta”. 

Los problemas económicos surgidos por la deuda contraída por parte del alcalde Eulogio Navas, cuando se hizo cargo de la administración de la Junta y la renta del balneario, así como los problemas políticos surgidos a raíz de la reforma del Reglamento de 1914, el nombramiento de siete presidentes de la Junta en siete años, dio pie a una época de inestabilidad tanto en el gobierno de la Junta, como en las mentalidades de sus dirigentes que llevó inequívocamente a la idea del arriendo y así evitar todo este tipo de problemas.

El Médico-director Eduardo Gurucharri en las distintas cartas que mandó al presidente de la Junta en varias ocasiones describía perfectamente los problemas que tenía el balneario y a donde podrían llegar sus consecuencias:

Carta del médico Gurucharri al presidente de la Junta en 1917:

«…ningún negocio, industria ni establecimiento público puede funcionar bien ni gozar de la vida próspera que debe tener con semejante cambio de dueño porque aquí el verdadero representante de la propiedad del balneario debe ser el presidente que con semejante movilidad no puede tener el prestigio, práctica e independencia que debe tener para poder obrar siempre conforme convenga al balneario que es lo mismo que decir conforme convenga al pueblo puesto que todos los vecinos desde el más pobre al más rico son propietarios con iguales derechos del balneario….no dudo en su carta de la honorabilidad, méritos y aptitudes de los actuales cargos de la Junta ni del alcalde, pero en mi poder constan repetidos documentos oficiales en que mis antecesores se han quejado repetidas veces hace muchísimos años de los perjuicios que para el balneario trae la injerencia más o menos clara o encubierta del ayuntamiento en la distribución de los fondos del Balneario y una prueba bien elocuente de esto es lo sucedido en el año último en que debió quedar extinguida la deuda del balneario si no se hubiese atendido a pagar muchos miles de pesetas que debía el ayuntamiento…nada de esto sucedería si el cargo de presidente de la Junta fuere más estable y el que lo ocupase gozase de un prestigio de una práctica y de independencia que cada año serán menores, si continua variando de ese modo con perjuicio del balneario y del pueblo por lo cual me he creído en el deber de llamarles la atención sobre esa circunstancia que puede ser cada vez más funesta para el pueblo y para el balneario….«

El médico Gurucharri Echauri, estuvo trabajando en el balneario desde 1911 a 1919. Fotografía de 1916 junto a «La Chata»

Estos son los problemas existentes antes de la toma de decisión de arrendar el balneario, donde siempre existieron tensiones entre el ayuntamiento y la Junta Protectora y Administradora del Balneario. Se estaba gestando entre distintos poderes locales la posibilidad del arriendo o venta del establecimiento, y el primer paso llegó en diciembre de 1918 cuando por parte de la Junta Administrativa del Balneario se hace una consulta al abogado Juan de la Cierva, acerca de la situación en que se encontraba el balneario y sobre la capacidad jurídica de la Junta para un posible arriendo, y si el ayuntamiento tenía algún derecho de propiedad sobre las aguas.

El abogado contesta en el dictamen que la Junta tenía capacidad plena para administrar la entidad como representante de la propiedad del balneario. Sobre la propiedad del balneario queda claro que corresponde al pueblo, o sea a todos y cada uno de los vecinos, pero no individualmente sino en cuanto son vecinos y forman parte de la colectividad, no transmitiéndose a sus herederos, como no la transmitieron los que aceptaron la cesión del año 1833. Esta consulta se hace el 3 de diciembre de 1918.

Después de estas respuestas, la Junta cree que lo mejor era ir cuanto antes al arriendo del establecimiento balneario, ya que creían que produciría grandes beneficios al pueblo. Se decide ponerla en conocimiento de la Asamblea de Vecinos para su aprobación.

El asunto del arriendo fue tratado en Asamblea de Vecinos el 3 de Julio de 1919, donde tras numerosos conflictos, tensiones y votos a favor y en contra, fue aprobada la idea de la publicación del posible arriendo en los principales periódicos de la Nación.

  Anuncio en el periódico “ABC” en 1919

En la próxima entrada hablaré del contrato de 1920 y sus consecuencias.

Autor del artículo: Pablo Vela

2 comentarios sobre “El arriendo y contrato del balneario en 1920 (I)

Agrega el tuyo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir ↑