Cofradías y procesiones de Semana Santa en Baños de Montemayor

Cofradías en Baños de Montemayor

El culto a las imágenes y santos, reforzado por el Concilio de Trento (1545-1563), desempeñó un papel fundamental en la devoción popular del pueblo y era el culto a la Virgen el que ocupaba un lugar primordial. En este culto las cofradías de Baños de Montemayor desempeñaron un papel esencial.

Las cofradías tenían un profundo sentimiento religioso, con unas finalidades piadosas claras: velar por los cofrades enfermos o muertos, enterrar sus cadáveres, asegurar la celebración de misas en sufragio de sus almas, rendir culto a una determinada devoción etc. Pronto se sumaron auxilios económicos al cofrade enfermo, asistencia médica en los hospitales e incluso auxilios de carácter moral que contribuían a aliviar el dolor de los desgraciados.

Los cofrades tenían la obligación, bajo pena de multas minuciosamente reguladas, de asistir al viático de los asociados en trance de muerte, de velar por turnos su cadáver, de amortajar su cuerpo, adornar la habitación mortuoria con los paños e insignias de la cofradía, de conducir el ataúd en hombros o en andas de la hermandad y de asistir al entierro. Generalmente los cofrades asistían a los esponsales, bodas, bautizos, etc., de los hermanos, contribuyendo a aumentar la alegría y el bullicio de la fiesta.

La presencia de la muerte y la mentalidad religiosa de la época hicieron no obstante que estas hermandades no consintieran ver morir a ningún vecino pobre, sin haberse oficiado sufragios por su alma. Ahora bien, en algunas cofradías se especifica claramente que debía morir bien en el hospital o bien en casa de alguno de los cofrades de dicha cofradía:

En el capítulo 12 de las ordenanzas de la Cofradía General de 1592 se manda lo siguiente:

“ Otrosi ordenamos que si alguna persona de cualquier estado y condiçión falleçiere en la casa de el nuestro hospital o en casa de nuestros hermanos que si fuere tan pobre que no tenga con que se le diga ninguna misa y otros ofiçios de entierros, mandamos que a costa de los vienes i  rentas de nuestra confradía se le diga una misa y una vigilia de tres liziones (…) y los confrades y confradas se hallen presentes a su entierro y onras que se le hiçieren como a los demás hermanos so pena de los doze maravedis”.   

Por todo lo dicho las cofradías fueron utilizadas por parte de los vecinos de Baños, como una salvaguarda para alcanzar la buena muerte. En efecto, la dignidad de un entierro financiado por una cofradía superaba a los que normalmente se hacían de beneficio. Así el cofrade tenía derecho a ser enterrado en el interior de la iglesia y a que la hermandad le acompañase en la comitiva fúnebre portando las insignias. Igualmente correspondía a las cofradías costear la cera que se consumía el día del entierro, durante las honras de cuerpo presente que se hacían en la iglesia por el difunto.

 También desempeñaban un papel muy importante y decisivo en la vida de los habitantes de Baños, pues transferían las competencias piadosas y de caridad, para formar un poder fáctico que tomaba decisiones de tipo político e incluso religioso. Regidos por juntas elegidas anualmente por los cofrades, según ordenanzas aprobadas por el cabildo general de la hermandad y después por el señor de la villa y tierra, a menudo elaboraban las listas de cofrades aptos para ser electores y elegibles para cargos públicos. Por tanto, los cargos y oficios del cabildo eran ocupados por los mismos hombres influyentes que participaban en los cargos de oficiales de los concejos, de ahí la importancia de estas cofradías en la toma de decisiones en la vida de sus vecinos. La mayoría de éstos, ya fueran de una u otra parte de Baños, pertenecían a alguna de ellas, pudiendo entrar las mujeres, pero siempre acompañadas de sus maridos, nunca viudas.

Ingresos y gastos

Los ingresos de las cofradías eran elevados y procedían de las rentas de los alquileres de las primeras donaciones, casas y tierras de labor, así como de réditos de los censos que compraban. Otras partidas importantes procedían de las numerosas limosnas y donativos, así como del total del dinero de la entrada de nuevos cofrades. También obtenían ingresos, pero menores, de las multas impuestas a los cofrades incumplidores de sus obligaciones[1].

Los gastos también eran elevados pues el personal eclesiástico vivía de numerosos oficios. Misas de difuntos, vigilias, responsos, procesiones, romerías y toda la teatralidad ritual era profusamente recompensada económicamente. Otro capítulo de gastos se destinaba a la adquisición de cera, pues se encendían velas hasta para la más insignificante actividad desarrollada por la cofradía. Se contaba igualmente con una partida dedicada a la adquisición de pan, vino y queso para limosna a los pobres que ese día fueran a los rezos por los hermanos difuntos de la tal cofradía.

Los gastos e ingresos de estas cofradías eran también supervisados por el visitador de cada parroquia, anotándose en el libro de visitas de la iglesia a quién perteneciera. Normalmente el saldo resultante era positivo, pues los ingresos por censos y limosnas, así como multas y cuota de entrada de cofrades superaba al de gastos.

He constatado en el siglo XVII, cinco cofradías activas pertenecientes a la iglesia de Santa María: la Cofradía General o del Rosario (fundada en 1378), la de Santa Ana (fundada sobre 1584), la de Santa María Egipcíaca (fundada en 1611), la del Santísimo Sacramento (operativa en 1635 y la de la Vera Cruz (1590).  Posteriormente, ya en el siglo XVIII, se forma la cofradía de las Benditas Ánimas y en el XIX, la del Cristo del Santo Sepulcro, en la ermita del Calvario.

Cofradías pertenecientes a la Iglesia de santa María

Cofradía General o del Rosario

La cofradía General, situada en la parroquia de Santa María, pero común a ambas partes del pueblo, tomó por intercesora a la Viren María. En las ordenanzas de 1378, se ordenaba que se celebrase la fiesta de su Natividad el 8 de septiembre, pero dado que la mayoría de los cofrades dejaban de asistir a dicha fiesta por irse a ferias y otras romerías de los alrededores de Baños, dicha cofradía decidió trasladar la fecha de la fiesta al último domingo de agosto. Este día debían asistir a la misa mayor que se oficiaba en la iglesia de Santa María, tanto los cofrades como los vecinos de ambas partes del pueblo.

Ejemplar de los estatutos u ordenanzas de la Cofradía General de Baños de Montemayor creados en 1378

Cofradía de la Vera Cruz

Estaba formada por parroquianos de ambas partes del pueblo según escritura de concordia. Los primeros datos encontrados son las lista de cofrades, en 1590 y como prerrogativas de la cofradía estaba la de que se dieran cuatro misas cantadas, dos en santa María y dos en santa Catalina, procesiones de cruz y noche de diligencia con asistencia de ambos sacerdotes y vecinos de ambas parroquias. Se decidió por parte de los cofrades que se honrara a san Gregorio, haciendo fiesta el 9 de mayo y estipularon también que se fuera en procesión a la ermita que estaba junto a Aldeanueva del Camino. Se hacía romería y procesión.

En 1732 por problemas entre ambas parroquias se decidió por sentencia del juez metropolitano de Salamanca, que se desuniera la cofradía y se formara una en cada parroquia, dividiendo bienes, procesiones, entierros etc.

La ermita del humilladero desde su construcción en 1711, pertenecía a las dos parroquias siendo los mayordomos de la cofradía de la Vera Cruz quienes cuidaban que su lámpara siempre estuviera encendida. Así se cuenta en el inventario general de santa María de 1743:

«Ermita del Santísimo Humilladero, la mitad es de santa María y la otra de santa Catalina, con su altar y manteles y en él un Santísimo Cristo Crucificado con sus cortinas, una imagen de Nuestra Señora de cada parte, una lámpara de metal, la qual se enziende alternativamente por los mayordomos de la cofradía de la Santa Vera Cruz de esta iglesia y los de la otra»

Relación de cofrades de la cofradía de la Vera Cruz en 1590

Cofradía del Santísimo Sacramento

En un mandato general del Obispado de Coria, se ordenaba que los cofrades de esta cofradía, se juntaran e hicieran ordenanzas, admitiendo para ello a todos los vecinos del lugar, hombres y mujeres, pagando ocho reales para su ingreso.

Cofradía de Santa Ana situada en la iglesia de santa María.

Relación de cofrades de Santa Ana en 1616

En los mandatos generales de la iglesia se tenía bien controladas a las cofradías y cofrades para que no se alejaran de las normas de buen orden que imponía la iglesia.

En un mandato general de la diócesis de Coria de 1789 se hace un recordatorio a las cofradías de sus obligaciones:

Que mediante haberse instituido las cofradías y aprobado sus constituciones y ordenanzas para edificación y aprovechamiento espiritual de los fieles lo que no se conseguirá si se falta a su observancia, mandamos que todos los individuos de dichas cofradías guarden, cumplan y ejecuten cuanto se previene en sus respectivas constituciones a cuya observancia estamos informados se falta siempre, que les encargamos la conciencia

Cofradías pertenecientes a la iglesia de Santa Catalina:

La cofradía del Santísimo Sacramento, la cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio (fundada en 1671) y la de la Vera Cruz, a partir de 1732, como se explica anteriormente, son las pertenecientes a la diócesis de Plasencia y por tanto a santa Catalina. Todas eran comunes a los vecinos de ambas jurisdicciones, con asistencia de los sacerdotes de una y otra iglesia a sus actos y fiestas, siempre que hubiera armonía entre las dos diócesis.

En 1863 se hacen ordenanzas para la nueva cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia que se veneraba en la ermita del humilladero.

Estatutos de la cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia, 1863

Procesiones

El origen de las procesiones de Semana Santa se relaciona también con el de las tallas que se pasean. la modalidad del arte que se dedica a la elaboración de estas figuras es la llamada «imaginería» y se caracteriza por la representación de temas religiosos, generalmente realistas y con intención devocional o litúrgica.

Las primeras muestras de imaginería en España datan del Románico (XI al XII), aunque fue después cuando tuvo su época dorada, especialmente después del Concilio de Trento (1545-1563) de la Contrarreforma, cuando la iglesia católica potencia las artes plásticas para llamar la atención de los fieles.

De entre todas las manifestaciones, la procesión era el exponente máximo de la religiosidad existente en Baños de Montemayor. Se hacían fuera de las iglesias siguiendo un itinerario fijado de antemano, por calles ornamentadas o por lo menos limpias, – encargándose las autoridades eclesiásticas de recordar este aspecto en los distintos mandatos generales. En el mandato general de 1635, se recuerda a los feligreses lo siguiente:

“Yten mandamos que las personas que viben en las casas o son dueñas dellas questán junto a la iglesia, quando haya de aver proçesión de María Santísima o del Santísimo Sacramento varran y limpien todo lo que les tocare a sus casas”. (Libro de visitas de Santa María. A.P.B.)

Solía haber gran concurrencia de vecinos que participaban plenamente en estos actos de conmemoración de determinadas festividades, pero también las había votivas, para rogar a Dios ante determinadas calamidades y desastres. Las de Semana Santa tenían un talante penitencial.

En los distintos documentos estudiados hemos encontrado distintas procesiones que se celebraban tanto en una como en otra parroquia. Aparece un dato curioso entre los gastos de fábrica de la iglesia de Santa Catalina, donde tras la procesión del día de Pascua de Resurrección, se lanzaban tres docenas de cohetes, con un coste de dieciséis reales.

La participación de los vecinos a esas procesiones o romerías, así como la observancia de los días festivos prometidos por voto, estaba reforzada por las normas concejiles, con leyes específicas y multas. Por no asistir a las mismas se les castigaba con penas desde 5 a 40 maravedíes, incluyéndose en ellas a los sacerdotes, quienes estaban igualmente obligados a asistir. Asimismo cuando se sacaba a algún santo en procesión, y salía de los límites de cada jurisdicción, debía acompañarle un vecino de cada casa.   

Pero existían momentos en los cuales los vecinos de una u otra parte no podían asistir a las procesiones de la otra, por no estar operativas las cartas de vecindades. En el mandato general de 1672, -es decir estando vigente la carta de vecindad de 1664, válida para nueve años- el obispado de Plasencia manda lo siguiente:

“En la proçesión del Jueves Santo a las ocho de la noche, puedan acudir los feligreses de esta yglesia a la de Santa Maria, en recompensa de la unión y confraternidad que con ellos tienen en otras proçesiones como son las del Corpus y otras, sin yncurrir en pena alguna”.

Imágenes de la Dolorosa y el Nazareno

 Sin embargo, cuando no existe concordia, cambia totalmente el sentido del mandato. Así en 1675, -no estando vigente la carta de vecindad de 1664, no siendo renovada hasta 1678-, uno de los mandatos generales de dicho año ordena:

“…que bajo pena de excomunión que no entren proçesiones de ajena jurisdizión en la del territorio de Santa Catalina con proçesiones, cruçes ni pendones.

A la procesión que podían acudir los vecinos de ambas partes, fueran cofrades o no, era a la que organizaba la cofradía general de Nuestra Señora de la Asunción, el día de la Natividad.  Desde antiguo se celebraba el día ocho de septiembre la fiesta de la Natividad, pero dado que la mayoría de los cofrades dejaban de asistir a dicha fiesta por irse a ferias y otras romerías de los alrededores de Baños, dicha cofradía decidió trasladar la fecha de la fiesta al último domingo de agosto. Este día debían asistir a la misa mayor que se oficiaba en la iglesia de Santa María, tanto los cofrades como los vecinos de ambas partes del pueblo, ofreciéndose a ambos párrocos bodigos (panecillo que se llevaba a la iglesia como ofrenda) y candelas.

Después de misa se juntaban a comer en la casa de la cofradía y tras la comida, sobre las dos de la tarde, se tocaban las campanas para que se juntaran otra vez en la iglesia, yendo a continuación en procesión con la cera encendida hasta el hospital, situado en la plaza de la Alberguería. Acabada la procesión, sobre las cuatro de la tarde, se tocaba a vísperas, con la obligación de acudir todos los cofrades y demás vecinos que quisieran, dando candelas a los que cantaban las letanías, durante la procesión otra vez hacia el hospital, agraciando dicha cofradía con pan, vino y queso a todo el que asistiera.

Las procesiones para llevar el viático a los enfermos y agonizantes también revestían una gran solemnidad pública, por el acompañamiento de gente que solía llevar y por las demostraciones de respeto que iba despertando a su paso. Las mismas ordenanzas de 1628, ordenan en su título primero que cuando saliera el Santísimo Sacramento de Eucaristía de la iglesia para administrar a algún enfermo o bien en procesión- en la parte de Montemayor se celebraba la procesión todos los terceros domingos de cada mes alrededor de la iglesia y del término del lugar- todos los vecinos que estuvieran en las calles o plazas, viéndole llegar debían arrodillarse y estar así hasta que pasara delante de ellos y después lo debían acompañar hasta volver a la iglesia y guardarse en su custodia.

Se sigue mandando en este primer título de las ordenanzas que, aunque haga frío o calor deben seguir en procesión con el viático: “y no lo dexen de lo ansi haçer por agua ni por niebe ni frío ni calor ni por otro algún ynconveniente teniendo dispusizion para ello, so pena de cada doze maravedis los ocho para la lunbre del santísimo sacramento y los quatro maravedis para la persona o personas que las denunciaren”.

A mediados del siglo XX, durante la Semana Santa, la primera procesión era la del viernes de Dolores, antes del domingo de Ramos, y era costumbre subir a la Virgen en procesión al Calvario, para luego bajar el santo Entierro. Otra procesión era la del domingo de Ramos que se hacía alrededor de ambas iglesias del pueblo. El viernes santo se hacía la procesión del Santo Entierro con la subida al Calvario, que aún se sigue haciendo en la actualidad.

Con el tiempo las cofradías en relación con la Semana Santa, fueron desapareciendo poco a poco en Baños de Montemayor, quedando hoy día la cofradía de la Vera Cruz.

Ermita del Calvario y procesión del Santo Sepulcro

Autor: Pablo Vela

4 comentarios sobre “Cofradías y procesiones de Semana Santa en Baños de Montemayor

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  1. Magnifico, como siempre, el estudio de las Cofradias y sus intríngulis, en su devenir histórico. Muy enriquecedor. ¡¡Enhorabuena y gracias!!

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